*El VIERNES 27 DE ABRIL próximo, último día hábil del mes, víspera del “Día del Trabajador”, lo festejaremos con un sencillo pero muy emotivo LOCRO en nuestra Sede Gremial. Los esperamos a partir de las 11:00 horas.
Invitamos a los/as compañeros/as que quieran acercarse a degustar una porcioncita de nuestro “Locro Nodocente”, elaborado por los/as compañeros/as del Comedor Universitario, a quienes agradecemos su dedicación constante y en la convicción siempre vigente que LA UNIDAD de los trabajadores en torno a su organización sindical legítima es la única garantía de la defensa de nuestros derechos.*
¡FELIZ DÍA DEL TRABAJADOR!...
“Más de un argentino espera la llegada del invierno y con él el advenimiento de las Fechas Celebrativas, como el 1º de mayo, el 25 de mayo o el 9 de julio, para que, además de celebrar con canciones, himnos y marchas, celebrarla con un buen LOCRO. ¡Y es que junto al vino y las empanadas completan la bendita triada del ser criollo nacional!.
Pero el locro es más que sólo criollo. Tiene su origen en el fondo de la tradición americana, antes de la era hispánica. Se adjudica su preparación primera al pueblo originario Quechua, su nombre actual viene del ‘luqru’ o ‘rucru’ en su idioma. La preparación está basada en un guisado de zapallo, maíz y porotos.
Existen muchas formas de preparar locro. Éstas varían según la región y los ingredientes que predominen en ella, por ejemplo, en algunas partes se prepara con carne fresca de ganado vacuno y en otra se usa charqui (carne seca); hay zonas en donde la legumbre principal es el poroto, en otras el maíz y en otras el trigo. El acompañamiento de carne y vísceras vacunas o porcinas es un agregado de los españoles a la preparación. Ellos introdujeron ambos ganados en América. Es una preparación que fusiona dos características muy importantes que la transforman en una comida popular: es altamente nutritivo y en cierta forma económico. Estos factores han sido determinantes para que siguiera preparándose a lo largo del tiempo (Fuente: Cocina Típica Americana, Revista La Nación, 1994).”
